Son tiempos difíciles para la humanidad. Son tiempos de crisis profunda y de introspección individual y global. Las cosas, jamás serán igual a partir de esta pandemia vertiginosa, como lo es nuestra forma de vida actual.
Un pequeño virus, ha eclipsado el «modus viviendi» de millones de personas y de la economía mundial. Un virus, no clasista, ni sexista, ni racista, y que curiosamente preserva de la gravedad, a la pequeña infancia. Un virus que quizá represente oscuros y perversos intereses de unos pocos, pero que finalmente nos hará testigos de las consecuencias en toda la Sociedad.
Es una gran oportunidad, quizá la más URGENTE, para cambiar. Para mirar a la vida y a la naturaleza, sin prepotencia y con humildad.
Es una oportunidad para superar el individualismo y generar redes de solidaridad sin precedentes ni dirigentes.
Es la gran salida a la ignorancia emocional, la codicia y al vertiginoso sendero de la humanidad hacia el desastre colectivo, si no logramos CAMBIAR.
EL MIEDO, no es el camino. Llevamos siglos perdidos.
El AMOR, es la semilla que siempre estuvo ahí, esperando a ser regada:
Amor a nuestro corazón.
Amor a la diferencia, en su arcoíris de múltiples colores.
Amor, a la tierna infancia.
Amor, a la naturaleza que somos y a la madre tierra.
Amor… a TODA LA VIDA