Comparto un extracto de mi ponencia en el Congreso de Lactancia organizado el pasado mes de noviembre de 2019 por FEDALMA: Amamantar mucho más que alimentar, contextualizada dentro de un concepto más ambicioso y amplio que es urgente e incuestionable: CUIDAR DE LO VIVO.
La ONU ha lanzado una seria alerta: estamos ante una grave emergencia climática. Estados Unidos consume 5 planetas al año, mientras otros países están muriendo de hambre y sed.
Cuidar de la tierra, de nuestro planeta es cuidar a la infancia, que es el reflejo por excelencia de la vida.
Somos naturaleza, pero estamos escindidos, separados de ella e ignoramos el grito de la madre tierra tal y como se ignoran los gritos que demandan amor y atención en las criaturas. El trato a la naturaleza, a la infancia, a los ancianos, a los vulnerables en definitiva, es el reflejo de una sociedad que destruye lo natural para construir lo artificial.
Nuestra Sociedad, está muy enferma. Urge cambiar de paradigma.
Se ha acuñado un nuevo término para hacer referencia a esta destructividad masiva:
ECOCIDIO: Delito criminal contra la naturaleza, fruto de la alienación global que sufrimos como humanidad.
¿Por qué hemos llegado aquí?:
Llevamos siglos en un Antropocentrismo y Patriarcado feroz, que ignora las leyes naturales de lo Vivo y del funcionamiento de nuestro planeta. Olvidamos que no hay otro planeta a donde huir. Olvidamos que la infancia tiene el derecho de vivir y, para ello, necesitamos a la Tierra que nos dio la vida.
En definitiva, cualquier forma de dominación es prepotente y egocéntrica, sea hacia los seres humanos o hacia el planeta, y es fruto de una percepción destructiva en la interacción con el “diferente otro” y por tanto responde a una actitud de índole patológica.
Natura y Cultura, no son antagónicos como lo presenta la industria farmacéutica y el consumismo atroz de este sistema. Natura y Cultura pueden y deben ser complementarios desde una visión armónica y saludable.
Y, ¿qué es más natural que preservar la naturaleza integral de los recién nacidos y de todas las criaturas del planeta, si queremos seguir hablando de vida? Hemos de cuestionarnos la sociedad en la que viven y los valores que están mamando desde la más tierna infancia. Tenemos que, como adultos, aprender a desaprender el camino andado porque ha sido equivocado y si no rectificamos el futuro es realmente incierto.
«Estamos en Crisis» es el concepto más utilizado últimamente en cualquier ámbito, a todos los niveles. Crisis significa peligro, pero también oportunidad. Oportunidad para cambiar nuestra mirada a la infancia, a la sociedad y al planeta que nos acoge desde hace miles de años.
Las necesidades afectivas de la infancia no han cambiado, aunque nuestra sociedad cambie y se deshumanice. Necesidad de respeto a sus necesidades, de protección, afecto y seguridad, que nuestra sociedad no entiende porque tiene prisa.
Y paradójicamente, nada en la naturaleza, tiene prisa. Todo se manifiesta según un ritmo natural. Esta es una gran e importante cuestión, que en nuestra vida ajetreada y dominada por el estrés y la prisa hacia no se sabe dónde, tenemos que formularnos en primer lugar. No sólo aquí, sino en todos los ámbitos educativos y políticos. Y es importante la pregunta porque de la respuesta depende el cambio de rumbo; hacia la salud o hacia la destrucción y el sufrimiento.
¿Cómo podemos acercarnos a este concepto de salud para que se haga realidad?
Sólo desde el fomento respeto por todo lo que está vivo sea del ámbito de la naturaleza o de la infancia (también porción de naturaleza viva). Esa es la clave.
Y para respetar, hay que observar, acompañar y saber. Saber acompañar y respetar la etapa de los cero a los siete años durante la infancia, es fundamental para el desarrollo de la salud en el ser humano, pues es la etapa en la que se estructura el carácter, es decir “la manera de ser” y de percibir el mundo.
El planeta y la infancia, lo necesitan y lo reclaman.
Tan sólo, tenemos que abrir nuestro corazón y escuchar su llamada.